martes, 25 de agosto de 2020

La pandemia y su triple control.



 Alguna vez dije que la pandemia del COVID no necesariamente se tiene que atacar desde el campo sanitario, además tiene que ser social y político también y hoy se suma del control público mediante la Contraloría que debe tener el despertador en la oreja para actuar diligentemente en todo acto que permita analizar, evaluar, verificar las compras y adquisiciones que hace el estado mediante sus instancias representativas desde el nacional hasta el más pequeño municipio del Perú.

            De acuerdo a sus funciones, la Contraloría General de la República emitió un informe especial en tiempos del COVID donde resalta una serie de particularidades en el manejo de los recursos, encontrándose hallazgos recurrentes, como la compra de productos de baja calidad en las canastas familiares,  la no implementación de planes de acción, expedientes técnicos incompletos que a la larga degenera esa palabra de “Valor Público” a los actos de gobierno, así como la carencia de personal adecuado y especializado, equipamiento médico para atender las demandas sanitarias de los amazonenses; es decir, totalmente desnudos, frágiles ante un enemigo que ataca por todas partes y te afecta dolorosamente, llevándote a un amigo, familiar o vecino a la muerte.

            Otra contradicción que se encuentra en los hallazgos recurrentes de este informe es la deficiente capacidad en el gasto, al extremo que desde el 5 de abril en que se registra el primer caso de contagio en Amazonas y el 1 de mayo el fallecido, poco o muy poco se hizo y se hace para ser más efectivos en la implementación de herramientas, instrumentos o insumos para atender la demanda pública; tal es así que hasta el cierre del informe, en Amazonas se ha ejecutado tan solo el 35% de los recursos otorgados por todos los medios y formas por parte del Gobierno Central, poniendo en tela de juicio la probidad y calidad de los gestores públicos regionales.

            La pandemia deja huellas de todas las formas. La huella más profunda es que nos encontró a un país sin planes, ni políticas, menos programas sanitarios a largo plazo. Desnudó la poca visión de prospectiva en la función pública y que no estamos acostumbrados a planear solo a ejercer el poder por las circunstancias, así como hacer de los momentos críticos un medio y uso de oportunismo para provecho personal a costa de la necesidad humana.

            En todos los países se cuecen habas, reza un dicho muy popular, pero no tanto con en Perú, donde cada compra está empañada por el favor, la adulteración, compras sin garantía y de dudosa calidad. No sabemos que pasará mañana, qué fin tendremos todos, lo único del cual estoy  convencido que sin control, nuestro país sería un barco que cruza el mar sin rumbo ni destino, alimentando el ego de aquellos que en base al poder solo los interesa la historia y no hacerla, para el bien de todos.

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